jueves, 10 de febrero de 2011

LA BANDA DEL TESORO (III). Jorge Álvarez

El "influyente Harry Dexter White".


        Harry Dexter White (de pie a la izquierda) y Henry Morgenthau (sentado en el centro)

Sin ninguna duda, el mayor éxito del NKVD a la hora de infiltrar agentes en la administración norteamericana de la era Roosevelt, fue el Departamento del Tesoro. Aunque se ha hablado mucho de los topos del Departamento de Estado, con la excepción de Alger Hiss, la infiltración aquí tuvo niveles mucho más modestos, aunque desde luego, nada desdeñables. Realmente pocos fueron los departamentos y agencias federales  que se libraron de esta plaga. Hasta en el servicio de inteligencia creado por el propio Roosevelt, la OSS (que se convertiría después en la CIA), conseguiría el NKVD infiltrar numerosos agentes.

No puede resultar casual que al frente del Departamento del Tesoro figurase Henry Morgenthau  Jr. Su padre, un riquísimo especulador inmobiliario de origen judío, había llegado a los Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XIX procedente de Alemania. Utilizó su inmensa fortuna para financiar la campaña electoral que llevó a la presidencia a Woodrow Wilson, quien lo recompensó nombrándole embajador ante el Imperio Otomano. Al acabar la Gran Guerra fue uno de los asesores de Wilson en las conferencias de paz de París. Henry Morgenthau  Jr. nació rico y siguió los pasos de su padre. Financió generosamente la campaña de Franklin D. Roosevelt en 1932 y fue nombrado Secretario del Tesoro en 1934, cargo que ocuparía hasta el verano de 1945, cuando el presidente Truman ya no necesitaba sus servicios. Morgenthau no era, desde luego, comunista, pero su judaísmo militante le había convertido en un furibundo antifascista, de forma que tendía a ver con franca simpatía a los comunistas y a la Unión Soviética y, al igual que le ocurría al propio Roosevelt y a muchos otros dirigentes del New Deal, sospechaba por principio de la honestidad de los anti comunistas y, en cambio, confiaba plenamente en cualquiera que se declarase progresista y antifascista. Los agentes comunistas judíos, como Harry Dexter White, sabrían sacar un amplio partido a esta circunstancia.

Harry Dexter White nacido en Boston en 1892 era hijo de judíos emigrados de Lituania. Se licenció en Ciencias Económicas y en 1934 entró en el Departamento del Tesoro de la mano de Jacob Viner, otro economista de origen judío que Morgenthau había fichado como asesor personal. Precisamente hacia 1934 Whittaker Chambers captó a Harry D. White para la causa y comenzó a colaborar con el NKVD. Chambers, afiliado al CPUSA desde 1925, había sido a su vez reclutado como agente en 1932 por un rezident “ilegal”, Alexander Ulanovsky (un judío de Besarabia que posteriormente sufriría en sus carnes la represión estalinista).[1] Chambers era uno de los principales responsables del aparato clandestino del CPUSA en los años treinta.

Entre 1936 y 1938 Stalin se dedicó a laminar sin contemplaciones a sus camaradas bolcheviques. La brutal represión que antes se había cebado en millones de supuestos enemigos de clase, alcanzó con las purgas al propio aparato del partido. Una gran parte de los agentes del NKVD desperdigados por diferentes países recibieron instrucciones de regresar a Moscú. La mayoría de ellos fueron asesinados o deportados al Gulag. Entre 1937 y 1940, casi todos los agentes del NKVD en los Estados Unidos fueron “purgados” sin contemplaciones y la actividad de los agentes locales, sin el apoyo y la dirección de los agentes soviéticos se paralizó. Harry D. White se convirtió, como muchos otros espías americanos al servicio de la Unión Soviética, en un agente “durmiente”.

Las purgas se llevaron por delante a más de 22.000 agentes del NKVD en sólo tres años. A finales de 1940, finalizada la locura paranoica de las purgas, los soviéticos decidieron recomponer su maltrecho aparato de espionaje en los Estados Unidos. Al efecto fueron enviados allí varios agentes con la misión de recomponer la estructura y reactivar a los espías que habían sido captados a principios de los años treinta. Vitaly Pavlov, un novato de lealtad estalinista contrastada encabezaría la misión con dos viejos supervivientes de las purgas, Ishak Akhmerov y Vasily Zarubin.

En pleno apogeo de las purgas había tenido lugar otro acontecimiento de suma trascendencia internacional: el pacto germano-soviético de Agosto de 1939. La súbita cordialidad entre la Alemania nazi y la Rusia bolchevique resultó desconcertante para casi todo el mundo. Los veteranos Akhmerov y Zarubin temían que este extraño pacto de conveniencia podía haber alejado de la causa comunista a muchos de los agentes captados en los Estados Unidos pues no ignoraban que muchos eran judíos y que habían sido captados bajo la bandera del antifascismo. ¿Estarían dispuestos a seguir colaborando con el NKVD después del aparentemente inexplicable pacto entre Hitler y Stalin?  Sorprendentemente comprobaron que la lealtad de casi todos estos agentes norteamericanos se había mantenido imperturbable durante los caóticos años de las purgas y a pesar de la alianza nazi soviética. Sólo Whittaker Chambers (que no era judío) había abandonado la causa en 1938 escandalizado por el salvajismo de las purgas y decepcionado por el acuerdo germano-soviético. Ese mismo año concertó una cita en Washington con Harry D. White para comunicarle su abandono de la causa y convencerle para que hiciera lo mismo. Chambers pensó que lo había convencido, pero no fue así. White siguió mostrándose fiel a la causa soviética. En realidad, la inmensa mayoría de los comunistas americanos permanecieron leales a su compromiso con la Unión Soviética.

Pavlov regresó a los Estados Unidos en 1941 decidido a reactivar a los agentes americanos captados antes de las purgas y uno de sus principales objetivos, a instancias de su subordinado Akhmerov, era contactar con Harry D. White.

En la primavera de 1941 el pacto de la Unión Soviética con la Alemania nazi seguía en vigor, pero la desconfianza era mutua. Con los datos disponibles en la actualidad parece claro que Stalin no quería romper el acuerdo porque sabía que el Ejército Rojo no estaría preparado para enfrentarse a la Wehrmacht hasta al menos, 1943. No obstante, el NKVD llevaba semanas recibiendo alarmantes informes de muchos agentes desplegados en el extranjero que alertaban de la inminencia de un ataque alemán. Pero no sólo Alemania preocupaba a los servicios de inteligencia militar soviéticos. Japón, que controlaba Manchuria y extensas zonas del Norte y Este de China, mantenía una extensa línea fronteriza con la Unión Soviética y su aliada Mongolia a lo largo de la cual se producían con frecuencia choques de intensidad variable entre el Ejército Rojo y las fuerzas niponas del Ejército de Kwantung. Japón había alcanzado en apenas cincuenta años un desarrollo económico e industrial impresionante y su población había aumentado también de forma notable. Pero Japón, a diferencia de las grandes potencias como Estados Unidos, la URSS, los imperios de Gran Bretaña, Francia u Holanda, tenía una extensión territorial muy pequeña y carecía de recursos naturales. Su expansión por Corea o Manchuria no acababa de solucionar sus problemas y las élites dirigentes japonesas fueron asumiendo cada vez más como algo inevitable la necesidad de expandirse por nuevos territorios. No obstante, no todos los dirigentes japoneses estaban convencidos de la inevitabilidad de la guerra. Un importante sector confiaba en que si Estados Unidos aceptaba negociar un statu quo aceptable con el Imperio Japonés en Extremo Oriente y se comprometía a seguir vendiéndole las materias primas necesarias para mantener su actividad industrial, fundamentalmente chatarra, acero y petróleo[2], la guerra podría evitarse. Pero si las negociaciones fracasaban, los halcones impondrían con seguridad su política expansionista y ésta contemplaba dos opciones de ataque excluyentes. Una, la opción Sur, defendida principalmente por la marina, apostaba por un ataque hacia las Indias Orientales Holandesas con la finalidad de apropiarse de sus yacimientos petrolíferos. Esta opción conduciría irremediablemente a la guerra contra los Estados Unidos, que desde las Filipinas podían cortar el tráfico marítimo entre el petróleo de Indonesia y Japón y contra el Imperio Británico que dominaba igualmente la zona desde la fortaleza de Singapur. Expandirse hacia el Sur equivalía pues a entrar en guerra con las potencias anglosajonas. La otra opción, la norte, con más partidarios en el ejército de tierra, consistía en atacar a la Unión Soviética para arrebatarle los recursos naturales de Siberia. El NKVD, gracias a sus agentes en Japón, conocía perfectamente la existencia del debate acerca de estas opciones en los círculos dirigentes del Imperio Japonés. A mediados de 1941 los Estados Unidos y Japón se hallaban en pleno proceso negociador. Estados Unidos, que contaba con su propio grupo de halcones, dirigido por Henry L. Stimson, Secretario del Departamento de Guerra, utilizaba la amenaza del embargo de las exportaciones de materias primas para doblegar las aspiraciones japonesas de ser aceptado como potencia hegemónica en China.

Ante este escenario, los soviéticos comenzaron a temer que un acuerdo de Japón con los Estados Unidos pudiese dejar las manos libres a los japoneses para implementar la opción norte. El NKVD concibió entonces una ambiciosa maniobra, la "Operación Snow". Utilizaría a alguno de sus agentes de influencia en los Estados Unidos para intentar que las negociaciones fracasasen estrepitosamente de forma que Japón olvidase la opción norte y se lanzase hacia el sur, hacia las Indias Orientales Holandesas, Filipinas y Singapur. El agente elegido para esta delicada misión no podía ser otro: Harry Dexter White. 



[1] Whittaker Chambers rompió con el comunismo en 1938 y un año después, cuando Stalin firmó el Pacto de No Agresión con la Alemania nazi, decidió pasar a la acción y denunciar a sus antiguos camaradas a las autoridades americanas, pero curiosamente, en aquel momento apenas se dio crédito a sus revelaciones.

[2] El ochenta por ciento del petróleo que Japón importaba antes de la Segunda Guerra Mundial procedía de Estados Unidos.

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