viernes, 17 de junio de 2011

HISTORIA DE LOS JUDÍOS, ESOS TIPOS TAN ENTRAÑABLES (XXII). Jorge Álvarez

La expulsión de los judíos de España IV


Manuel I de Portugal

Retornando al momento histórico de la expulsión conviene explicar cuál fue el destino de los exiliados. Los estudios históricos mejor documentados y más recientes han ido echando abajo muchos mitos que hasta hace bien poco se tenían por ciertos. El primero, como ya vimos, el del número de expulsados, muy por debajo del que los historiadores judíos y algunos anglosajones solían fijar. Pero otro hecho tradicionalmente silenciado y que se ha ido abriendo paso es el de los exiliados retornados y convertidos. Muchos de los escasamente cuarenta mil judíos que optaron por el exilio antes que la conversión, acabaron, al cabo de pocos años, en muchos casos sólo algunos meses y después de nefastas experiencias en territorios musulmanes del Norte de África, retornando a España para abrazar el cristianismo y rehacer su vida en sus antiguos hogares ibéricos. De esta forma, la cifra de judíos que finalmente se quedaron y eligieron la apostasía es aún mayor de la que cabía pensar. Sin ningún género de dudas, se puede afirmar que aproximadamente tres de cada cuatro judíos hispanos se convirtieron al cristianismo en 1492 y en los meses siguientes. Si bien es cierto que muchas conversiones fueron fingidas y que muchos siguieron practicando el judaísmo en la clandestinidad, no es menos cierto que muchas otras conversiones fueron sinceras y que, además, con el paso del tiempo, el criptojudaísmo fue desapareciendo y muchísimos descendientes de falsos conversos acabaron siendo católicos devotos, olvidando por completo su origen judío y contribuyendo a la defensa de su Fe y de su Patria con el mismo celo que los cristianos viejos. Naturalmente, esto es algo que los judíos siempre han preferido ocultar.


Las pocas decenas de miles que se marcharon para no regresar eligieron mayoritariamente como refugio el vecino reino de Portugal. Algunos el Norte de África y muy pocos se embarcaron hacia destinos tales como los Países Bajos, Turquía o Palestina. El caso de los “judíos portugueses” merece cierta atención.

El rey de Portugal Juan II autorizó la entrada de los exiliados a cambio del pago de un impuesto, algo así como un permiso de residencia renovable. Sin embargo, a su fallecimiento, Manuel I ascendió al trono. En 1496 contrajo matrimonio con la hija de los Reyes Católicos, la infanta Isabel y a finales de ese mismo año decretó la expulsión de todos los judíos de Portugal que no se convirtiesen antes de Noviembre de 1497. El decreto incluía tanto a los judíos exiliados de España como a los que habitaban en Portugal desde hacía siglos. El rey portugués esperaba realmente que se producirían conversiones masivas, como había ocurrido en España cinco años antes y que, en consecuencia, serían muy pocos los hebreos que abandonarían el país. Sin embargo, sus cálculos eran erróneos porque ignoraba un factor decisivo. La mayoría de los judíos que tenía en su reino procedían del exilio español, lo que significaba que eran los mismos que recientemente habían decidido mantenerse fieles a su fe y abandonar sus hogares antes que aceptar la conversión. Es decir, eran los más irreductibles. Si se habían negado a la apostasía hacía cinco años, difícilmente la iban a aceptar ahora. Y, efectivamente, así fue. Manuel I veía acercarse el final del plazo sin que las esperadas conversiones masivas se produjesen. Los judíos comenzaron a reclamar su derecho a partir y el rey, desbordado por una situación que no esperaba y cuyo control había perdido, decidió incumplir su palabra y ordenó la conversión forzosa de los judíos. Algunos la aceptaron con la certeza de que seguirían practicando el judaísmo de forma encubierta, otros la rechazaron tenazmente a pesar de las amenazas e incluso algunos, familias enteras, optaron por el suicidio. Muy a su pesar, Manuel I, finalmente, permitió abandonar Portugal a los que habían resistido las presiones. En 1498 ya no quedaba ningún judío “formal” en la Península Ibérica, aunque era sabido que unos cuantos miles de los “cristianos nuevos” eran en verdad criptojudíos.

El trágico epílogo de los judíos hispanos que buscaron refugio en Portugal es bastante poco conocido. Y resulta curioso por que la monarquía lusa, como hemos visto, les dispensó un trato bastante más despiadado del que recibieron de los Reyes Católicos. Éstos, a fin de cuentas, tal y como habían dicho, permitieron partir a los judíos que se negaron a aceptar el Bautismo. Manuel I, en cambio, intentó primero aprovecharse de ellos y de sus riquezas, después los engañó impidiéndoles abandonar su reino y finalmente intentó convertirlos por la fuerza incluso contra la opinión de los obispos portugueses. Sin embargo, en la memoria colectiva de los judíos estos hechos han sido prácticamente olvidados y todo su rencor y odio se concentró desde 1492 en España.

El hecho de que Portugal se convirtiese, desde finales del siglo XVI en una especie de protectorado de Inglaterra, la gran enemiga de la España Católica, seguramente contribuyó en gran medida a que los hebreos restasen importancia a este episodio.

5 comentarios:

  1. A ver, yo mantengo que el decreto de expulsión no ha sido abolido porque los borbones no están capacitados para abolir un decreto de los Reyes Católicos. ¿Estoy errado? Graciassssssss

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  2. Pues, la verdad, iskander, nunca me lo había planteado. Si te soy sincero, en las actuales circunstancias, no creo que tenga gran importancia si está derogado "de iure" cuando lleva derogado "de facto" por lo menos siglo y medio.
    Para mi lo importante es denunciar las mentiras que se repiten hasta hoy acerca de la decisión de la expulsión, de sus causas, de su magnitud y de sus consecuencias. Un saludo.

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  3. Respecto al comentario de Iskander, creo que puedo dar una respuesta jurídica y no personal.

    Una ley posterior deroga a una ley anterior, si a esto le añadimos que ese decreto de expulsión podría violar el principio de igualdad de la CE de 1978, por no permitir habitar en España a esas personas, podríamos decir que el decreto quedó derogado hace mucho.

    Pero repito, esto es solo una respuesta desde un punto de vista jurídico y no personal.

    Lo que hay que valorar, al margen de que se haye o no derogado, es el trabajo del autor del blog por denunciar las mentiras de cierta comunidad humana.

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  4. Gracias por tu respuesta, Soldado Vikingo. Efectivamente, desde que España tiene suscritos todos los acuerdos sobre derechos humanos, desde que la constitución de 1978 condena cualquier discriminación por motivos religiosos (lo mismo que las normativas de la UE)... resulta evidente que el Edicto de Expulsión está más que derogado. Lo que hizo el gobierno en 1992 fue un acto más simbólico que efectivo, puesto que hacía ya mucho tiempo que existían sinagogas y comunidades judías en España.

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  5. Pues si está derogado, me temo que tendremos que empezar a pedir firmas para que vuelva a estar vigente cuanto antes. Para evitar acusaciones de discriminación, habría que incluir también a moros y panchitos.

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