lunes, 28 de febrero de 2011

HISTORIA DE LOS JUDÍOS, ESOS TIPOS TAN ENTRAÑABLES (XVI). Jorge Álvarez

La ofensiva contra el Talmud


En 1215 Inocencio III, un gran Pontífice contemporáneo de San Francisco de Asís, convocó el IV Concilio de Letrán. Las medidas adoptadas respecto a los judíos iban a intentar frenar el enriquecimiento de éstos a costa de los cristianos más pobres. En concreto, se obligaba a los judíos a distinguirse con ropajes característicos a fin de identificarlos más fácilmente y se prohibía a los reyes y nobles contratar a judíos para cargos públicos lo que en la práctica debía acabar con la contratación de hebreos como agentes del fisco. En general, el Concilio intentó separar a los judíos de los gentiles a efectos económicos. Con buen criterio, la Iglesia había observado que los judíos se aislaban voluntaria y altivamente de los cristianos para cualquier actividad, excepto para los negocios y la usura. Resultaba evidente que la influencia económica de los judíos enriquecía a los cristianos poderosos, por supuesto a los propios judíos y empobrecía a los cristianos humildes encadenándolos a vivir del crédito. La Iglesia había decidido, con criterio justo, que si los judíos gustaban de aislarse de los impuros cristianos idólatras y paganos, también deberían permanecer aislados en cualquier actividad en la que pudieran situarse por encima de ellos y obtener provecho a su costa. Estas medidas suponían un durísimo golpe para los negocios de los judíos[1] y esta es la principal razón por la que la historiografía judía arremete sin piedad contra Inocencio III y el IV Concilio de Letrán. En los años siguientes, diferentes Papas, como Gregorio IX o Inocencio IV, fueron concretando estas medidas e intentando, con la ayuda de las órdenes mendicantes y con desigual fortuna, que los reyes y nobles de la cristiandad las hiciesen cumplir.

jueves, 24 de febrero de 2011

POLONIA TRAICIONADA. Cómo Churchill y Roosevelt entregaron Polonia a Stalin (XV)

Teherán, la claudicación secreta (I)

Vyacheslav Molotov Cordel Hull Anthonny Eden

Finalmente la conferencia se convocó en Teherán. Como bien señala Laurence Rees:

El 8 de noviembre, el presidente estadounidense acabó por ceder y convino en encontrarse con él en Teherán avanzado el mes – de modo que hizo la primera concesión al dirigente soviético aun antes de comenzar la conferencia.”[1]

miércoles, 23 de febrero de 2011

EL CONFLICTO CON EL MUNDO ÁRABE (XIII). Jorge Álvarez

La Guerra de los Seis Días, la segunda catástrofe


Después de la crisis de Suez y de la intervención anglosajona en Jordania y Líbano, los dirigentes nacionalistas árabes comprendieron que si querían convertir a sus naciones en entes realmente independientes y fuertes, no podían contar con el apoyo de los Estados Unidos, firmemente comprometidos con la defensa de los intereses israelíes.

lunes, 21 de febrero de 2011

LA BANDA DEL TESORO (IV). Jorge Álvarez

La Operación Snow


Finalmente Pavlov  se encontró con White en un restaurante de Washington en la primavera de 1941. Los soviéticos querían que el gobierno americano forzase a Japón a romper las negociaciones imponiéndole condiciones totalmente inaceptables. No sólo se trataba de hacer fracasar las conversaciones sino de conseguir que al gobierno del Japón le resultase evidente que los norteamericanos buscaban asfixiarlo económicamente y aislarlo diplomáticamente y que considerase que la guerra con los Estados Unidos resultaba inevitable e inminente. De esta forma Japón entendería que la única opción que le quedaba era lanzar un ataque preventivo contra los Estados Unidos y abandonar definitivamente cualquier idea de avanzar por Siberia. White recibió de Pavlov instrucciones precisas de las condiciones que el gobierno de Washington debía presentar a Japón en el marco de las negociaciones bilaterales que estaban teniendo lugar. Los norteamericanos debían exigir a Japón la retirada total de China, Indochina y Manchuria y el desarme casi total de sus fuerzas armadas. El Imperio japonés habría de entregar a los Estados Unidos enormes cantidades de armamento y la mitad de sus buques de guerra y aviones de combate. Y debería ser advertido de que el rechazo de estas condiciones conllevaría un embargo total de materias primas incluido el petróleo. Finalmente, estas exigencias debían ir redactadas en un lenguaje duro y áspero, sin cortesías diplomáticas, a la manera de un ultimátum. Obviamente, estas condiciones eran una provocación en toda regla y una invitación a dar el paso decisivo hacia la guerra.

miércoles, 16 de febrero de 2011

HISTORIA DE LOS JUDÍOS, ESOS TIPOS TAN ENTRAÑABLES (XV). Jorge Álvarez

Maimónides, el prototipo de fanático intolerante

Estatua de Moisés Ben Maimón - Maimónides - en Córdoba. Pocos personajes históricos, inluido el psicópata de Sabino Arana, han legado tanto odio a la humanidad

Los judíos medievales, como hemos visto, vivían en comunidades cerradas hacia dentro por su propio interés y, por la misma razón, abiertas hacia fuera a efectos lucrativos. Protegidos por los grandes señores y odiados por el pueblo llano, amasaban fortunas recaudando impuestos y prestando dinero.

     “…los judíos se aislaban en un orgullo e indiferencia que irritaban a los gentiles.

Esto fue especialmente cierto en la Europa de la Edad Media, donde surgió un rígido sistema de clases. Existían la nobleza, dividida en un grupo superior y otro inferior, los artesanos agrupados en gremios, la Iglesia con su clase clerical, los soldados mercenarios y los siervos. Siempre hubo una cierta elasticidad, un transvase de unos grupos a otros -una lucha por ascender de los hombres con fortaleza y carácter- , pero, al fin y al cabo, las clases estaban establecidas. Los judíos, sin embargo, se movían fuera y aparte de dicho sistema de clases, y puesto que controlaban buena parte del comercio y las finanzas, eran tanto o más ricos que la nobleza, aunque carecían de su prestigio social.”[1]

lunes, 14 de febrero de 2011

POLONIATRAICIONADA. Cómo Churchill y Roosevelt entregaron Polonia a Stalin (XIV). Jorge Álvarez

La desaparición de Sikorski allana el camino
para la desaparición de una Polonia libre

           Joseph E. Davies posando a las puertas de la embajada en Moscú con su "discreta" esposa

Mientras tanto, los soviéticos ya habían comenzado las maniobras para formar un gobierno y un ejército polaco totalmente sumisos a los intereses de la URSS.

Profundamente angustiado por el deterioro que estaban sufriendo las relaciones de los anglosajones con los soviéticos Roosevelt llegó a la conclusión de que debía intentar un acercamiento personal a Stalin. En consecuencia, decidió invitar al líder soviético a un encuentro personal con él y del que quedaría excluido Churchill. Escribió una carta a Stalin invitándole a un encuentro y, en un gesto muy típico de él, Roosevelt, despreciando los cauces oficiales, prescindió por completo de su embajador en Moscú William Standley, y encomendó la misión a uno de sus amigos personales, Joseph E. Davies[1]. Este individuo, además de ser un viejo conocido del presidente, compartía con él la ideología frívolamente progresista que estaba tan arraigada entre muchos acaudalados patricios del Partido Demócrata.

jueves, 10 de febrero de 2011

LA BANDA DEL TESORO (III). Jorge Álvarez

El "influyente Harry Dexter White".


        Harry Dexter White (de pie a la izquierda) y Henry Morgenthau (sentado en el centro)

Sin ninguna duda, el mayor éxito del NKVD a la hora de infiltrar agentes en la administración norteamericana de la era Roosevelt, fue el Departamento del Tesoro. Aunque se ha hablado mucho de los topos del Departamento de Estado, con la excepción de Alger Hiss, la infiltración aquí tuvo niveles mucho más modestos, aunque desde luego, nada desdeñables. Realmente pocos fueron los departamentos y agencias federales  que se libraron de esta plaga. Hasta en el servicio de inteligencia creado por el propio Roosevelt, la OSS (que se convertiría después en la CIA), conseguiría el NKVD infiltrar numerosos agentes.

lunes, 7 de febrero de 2011

EL CONFLICTO CON EL MUNDO ÁRABE (XII). Jorge Álvarez

La Revolución Iraquí

                                          El general Karim Kasem

La agitación panarabista y nacionalista que sacudía Oriente Medio había dejado en una posición muy delicada a los dos monarcas hachemitas. Hussein en Jordania y Feysal II en Irak reinaban sobre unos súbditos que mayoritariamente odiaban el alineamiento prooccidental de sus soberanos.

Los Oficiales Libres llevaban tiempo preparando un golpe de estado que terminase con la odiada monarquía títere de los imperialistas anglosajones. En Abril de 1958 habían informado a Nasser de sus intenciones. También querían que el Rais egipcio les apoyase si los occidentales acudían en ayuda del rey Feysal II utilizando como coartada el Pacto de Bagdad.