lunes, 3 de diciembre de 2012

EL PLAN E-1, UN NUEVO E INACEPTABLE DESAFÍO DE ISRAEL. Jorge Álvarez.



La vengativa respuesta de Israel a la votación de las Naciones Unidas que proclamó a Palestina como “Estado observador” el pasado 29  de Noviembre no se ha hecho esperar. Los medios de comunicación de todo el mundo se hacen eco estos días de la decisión del gobierno de Benjamín Netanyahu de construir tres mil nuevas viviendas en los territorios ocupados, en concreto al Este de Jerusalén y también de la crisis internacional y diplomática que esta polémica decisión está provocando. Varias naciones europeas, España, Francia, el Reino Unido, Suecia… están convocando a los embajadores de Israel en sus capitales para pedirles explicaciones a este desafío. Y los israelíes ya anuncian que no cederán a las presiones.

La decisión israelí de levantar este nuevo y enorme asentamiento ilegal supone, además de una nueva humillación para los palestinos, un desafío de colosal envergadura para la comunidad internacional. Intentaré explicar a continuación por qué este órdago de los dirigentes sionistas está levantando tanta polémica.

Lo que Netanyahu ha dicho que va a poner en marcha no es más que la reactivación de un viejo plan de colonización de Cisjordania diseñado por el entonces primer ministro Isaac Rabin en 1995, el Plan E-1 (East-1), diseñado para unir la zona urbana de Jerusalén Este con Maale Adumim, un gigantesco asentamiento ilegal construido en 1975 y situado al Este de Jerusalén y a tan sólo quince kilómetros de la orilla occidental del Mar Muerto. El plan E-1, como todos los planes urbanísticos israelíes en Cisjordania, no buscaba tan sólo colonizar los territorios ocupados estableciendo población judía y arrebatando tierras y recursos a los palestinos, sino también ir sembrando estos territorios de asentamientos estratégicamente emplazados de forma que fuesen aislando a las poblaciones palestinas unas de otras, fracturando por completo Cisjordania, quebrando su continuidad territorial y haciendo imposible la existencia de un estado viable en el que se pudiese ejercer una autoridad efectiva.

De la misma forma que el asentamiento ilegal de Har Homa al Sur de Jerusalén se construyó con la finalidad de aislar a la población palestina de Belén de la zona palestina de Jerusalén, el Plan E-1 pretende levantar una gigantesca área al Este de la Ciudad Santa que enlazará con Maale Adumim. Este nuevo asentamiento ilegal se extenderá por más de doce kilómetros cuadrados de tierras palestinas y además de las zonas residenciales, contará con polígonos industriales, hoteles, parques, un enorme basurero y un nuevo cementerio judío para Jerusalén y Maale Adumim. Teniendo en cuenta que entre Jerusalén y el Mar Muerto, el límite occidental de Cisjordania, apenas hay 30 kilómetros y que más o menos en medio ya se encuentra Maale Adumim, el Plan E-1 aumentará la superficie usurpada a Palestina hasta, literalmente, cortarla en dos en sentido Norte-Sur. Las comunicaciones entre los grandes centros urbanos de Nablús o Ramala, situados al Norte de Cisjordania quedarán prácticamente cortadas con las poblaciones del Sur como Belén o Hebrón, y la población palestina de Jerusalén-Este, cada vez más aislada del resto de sus compatriotas, lo cual facilitará otra vieja aspiración sionista, la “judeización” de toda Jerusalén.

Ante tal desafío de las autoridades sionistas la comunidad internacional debe presionar con todas sus fuerzas y recursos para hacerlas desistir. De hecho, el Plan E-1 llevaba durmiendo el sueño de los justos desde hace diecisiete años porque la presión internacional consideraba, a pesar de todas las violaciones israelíes de la prohibición de levantar asentamientos en Cisjordania durante los últimos años, que este plan era ir demasiado lejos.
En cualquier caso, como de costumbre, sólo los Estados Unidos disponen de la fuerza suficiente para hacer recapacitar al gobierno de Netanyahu. Y conviene que Obama recuerde que si para las administraciones de Washington precedentes el Plan E-1 era inadmisible, nada sustancial ha cambiado para que ahora sea admisible. Obama está en su segundo mandato y ya no debe preocuparse por su reelección. ¿Tendrá un mínimo gesto de firmeza y honestidad? No tardaremos en saberlo.

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