martes, 11 de marzo de 2014

55 DÍAS EN TONKÍN (I). Jorge Álvarez.


LX aniversario de la batalla de Dien Bien Phu.
 

Hace ahora sesenta años, a comienzos de la primavera de 1954, comenzaba el asalto de las fuerzas del Viet Minh sobre las posiciones defendidas por paracaidistas y legionarios franceses en un remoto paraje del Norte de Vietnam.

Los franceses habían incorporado a su Imperio la parte oriental de la península de Indochina en el siglo XIX, que incluía los territorios de Cochinchina, Annam y Tonkín – el actual Vietnam –  Laos y Camboya.

Durante la etapa final de la Segunda Guerra Mundial el gobierno norteamericano decidió prestar apoyo militar a la guerrilla del Viet Minh, de obediencia comunista, para que combatiese a los japoneses que ocupaban el país. El Viet Minh, como es lógico, aspiraba no solo a expulsar a los japoneses de Viet Nam, sino también a impedir que los franceses volviesen a hacerse cargo del país después de la derrota de Japón. A través de la OSS (Oficina de Servicios Estratégicos), la precursora de la CIA, los norteamericanos instalaron un campo de adiestramiento militar para el Viet Minh y le suministraron importantes cantidades de armamento moderno.

 



Como resultaba previsible, tras la expulsión de los japoneses, los franceses reclamaron su derecho a retener Indochina como parte de su Imperio. Y, casi de inmediato, comenzaron las hostilidades entre las fuerzas coloniales y las del Viet Minh.

Estando próximo a finalizar el séptimo año de la Guerra,  a las 10 y 35 horas del 20 de Noviembre de 1953, dos batallones de paracaidistas y una  compañía de zapadores caían del cielo sobre una población situada en la región de Tonkín, al Norte de Vietnam y muy cerca de la frontera con Laos. El nombre de esta localidad iba muy pronto a saltar a las páginas de los periódicos de todo el mundo. Dien Bien Phu, se extendía por la planicie del valle de Muong Thanh, a la orilla del río Nam Youm y rodeada de montañas que la aislaban del mundo, era la capital del pueblo Thai, étnicamente diferenciado de los vietnamitas.
 

A 280 kilómetros al Oeste de Hanoi, Dien Bien Phu había sido ocupada por las fuerzas comunistas del Viet Minh un año antes. El comandante de las fuerzas francesas en Indochina, el general Henri Navarre, decidió reconquistar el enclave para cortar las comunicaciones del Viet Minh con el vecino reino de Laos. La idea de Navarre, plasmada en la Operación Cástor, consistía en construir una base de operaciones en Dien Bien Phu con una pista de aterrizaje, desde la que operarían seis o siete batallones que combatirían a los comunistas del general Giap en las Tierras Altas de Tonkín.
 

                                                                             Vo Nguyen Giap
 
Los franceses encontraron resistencia desde el primer momento, pero a mediodía, elementos de la 1ª y de la 3ª compañías del 6º Batallón de Paracaidistas Coloniales del comandante Bigeard penetraban en Dien Bien Phu. Al caer la noche ya había más de dos mil quinientos “paras” en el pueblo y en sus alrededores, controlando todos los accesos y las orillas del Nam Youm. La captura de Dien Bien Phu se saldó con poco más de una docena de paracaidistas caídos. Los comunistas habían perdido 115 hombres. Al día siguiente, descendieron los 675 hombres del 1er Batallón Paracaidista de la Legión Extranjera. Poco después le tocó el turno al 8º Batallón de Paracaidistas de Choque. La noche del domingo 23 de Noviembre ya había más de cuatro mil quinientos paracaidistas en Dien Bien Phu y sus alrededores. Dos días después, la pista de aterrizaje estaba terminada y era operativa.



                                          Henri Navarre (a la derecha)

 
Reocupada Dien Bien Phu, daría comienzo la segunda fase, la Operación Pólux, que consistía en retirar la guarnición de la base de Lai Chau, situada a algo menos de 100 kilómetros al Norte y trasladarla a la nueva base de Dien Bien Phu. La guarnición de Lai Chau estaba a punto de ser atacada por un contingente muy poderoso de tropas del Viet Minh y su posición se consideraba indefendible ante un ataque como el que Giap había planeado. Los dos primeros contingentes que abandonaron Lai Chau tuvieron bastante fortuna. Pero los casi dos mil hombres, casi todos guerrilleros Thai entrenados por instructores franceses, que se quedaron hasta el último momento para tratar de que los comunistas no descubriesen la maniobra de evacuación total, tuvieron un trágico final. La marcha de 80 kilómetros a través de la denominada pista Pavie, un camino serpenteante a través de montaña selvática controlada por el enemigo se convirtió en un infierno. Muy pocos de estos aguerridos Thais, apenas 200, lograron llegar a Dien Bien Phu hacia el 20 de Diciembre.

Mientras tanto, los zapadores habían ido convirtiendo la base de Dien Bien Phu en una fortaleza. Todas las colinas alrededor de la pista de aterrizaje fueron despojadas de árboles y fortificadas; trincheras, alambradas, nidos de ametralladoras, campos de minas…  Los zapadores también despejaron de vegetación los alrededores de la base para convertir los accesos a la misma en páramos pelados que ofrecían excelentes campos de tiro para las armas automáticas de las colinas fortificadas, que fueron bautizadas, en un gesto muy francés, con nombres de mujer: en la orilla oriental del Nam Youm y cerrando el acceso norte a la pista de aterrizaje, Gabrielle; Beatrice, Dominique y Eliane controlando el flanco izquierdo; en la orilla opuesta y en el borde occidental del aeródromo, Anne-Marie, Huguette y Claudine. Y, controlando los accesos desde el Sur, Isabelle, bastante separada del resto, a unos 7 kilómetros de la base. El comandante de la artillería, coronel Piroth, dispuso sus piezas distribuidas de forma que pudiesen apoyar a todas las posiciones en el momento en que el Viet Minh intentase asaltarlas y hacer fuego de contrabatería para neutralizar a la artillería enemiga que intentase batirlas. La artillería de Piroth constaba de 24 obuses de 105mm, 4 de 155 y 38 morteros pesados de 120. El dispositivo defensivo, con múltiples posiciones fortificadas, dotadas de gran potencia de fuego y capaces de apoyarse unas a otras, con enormes zonas despejadas frente a ellas y siempre al amparo de su propia artillería y con una pista de aterrizaje por la que siempre podían llegar refuerzos y suministros, hacía pensar a los franceses que Dien Bien Phu era poco menos que inexpugnable.
 

Y mientras los franceses fortificaban las pequeñas lomas alrededor de la pista de aterrizaje en el centro del valle, los vietnamitas de Giap, con paciencia y constancia típicamente asiáticas, horadaban, de noche, profundas grutas en las montañas que cierran el valle y, a través de senderos prácticamente intransitables, transportaban sobre sus espaldas penosamente las piezas desmontadas de los cañones y obuses que serían en breve emplazados en esas cuevas. Cañones y obuses que tendrían todo el entramado defensivo de Dien Bien Phu en el valle, allá abajo, a sus pies, como una ofrenda.
   La potente artillería Viet Minh constituyó una desagradable sorpresa para los franceses

Desde el 7 de Diciembre, en sustitución del general Gilles, se hizo cargo del mando de la base de Castries, coronel de caballería. Junto con los refuerzos que seguirían llegando en los meses siguientes, iba a tener bajo su mando una guarnición de unos 18 mil hombres pertenecientes a siete batallones de paracaidistas (dos de ellos pertenecientes a la Legión Extranjera), diez batallones de infantería (cuatro de la Legión Extranjera, tres de Tiradores Argelinos, uno de Tiradores Marroquíes y dos batallones Thai), un batallón de ingenieros, dos tabores de fuerzas marroquíes, un escuadrón de caballería formado por diez carros de combate ligeros M-24 Chaffee que habían sido transportados por aire en piezas y posteriormente montados en la base, además de personal de transmisiones, sanidad y otros servicios. A estas fuerzas, había que sumar la aviación; una escuadrilla de caza con seis aparatos F8F-1 Bearcat operando desde la propia pista de Dien Bien Phu y otras unidades que prestaban apoyo desde aeródromos alejados, en Hanoi, en Hai Phong e incluso desde portaaviones que operaban en la costa del Golfo de Tonkín. Pero el apoyo de estas unidades era limitado (el que proporcionaban las de combate, no las de transporte), porque las bases de partida estaban muy alejadas (Hanoi a más de 280 kilómetros y Hai Phong aún más lejos) y los aparatos podían operar muy poco tiempo sobre el cielo de Dien Bien Phu.

 

A la vez que iba preparando sus emplazamientos artilleros el Viet Minh iba concentrando en las cercanías del valle a las fuerzas que se ocuparían de sitiar primero y asaltar después la base enemiga. Giap había reunido cuatro divisiones de infantería y una de artillería, cerca de 60 mil hombres elegidos para aniquilar a los franceses que se habían instalado en Dien Bien Phu.

 

             Ensamblaje de los carros "Chaffee" en la misma pista de aterrizaje

Desde principios de Enero de 1954, todas las patrullas que salían de la base en misiones de reconocimiento en todas direcciones, regresaban después de haber entablado algún intercambio de disparos con unidades del Viet Minh a no mucha distancia. Empezaba a resultar evidente que los comunistas estaban tejiendo el cerco en torno a Dien Bien Phu. Los informes que llegaban al general Navarre en Hanoi dejaban claro que la base quedaría totalmente cercada por tierra en breve y que después Giap lanzaría el asalto. Dien Bien Phu solo podría resistir mientras pudiese recibir refuerzos y suministros por aire, pero Navarre estaba convencido de que esto era posible, porque el dispositivo defensivo que había diseñado de Castries alrededor de la pista de aterrizaje, unido a la profesionalidad de los legionarios y paracaidistas y a la presumible superioridad francesa en potencia de fuego, mantendrían a raya a las fuerzas asaltantes.

Los medios de comunicación en Francia ya habían fijado su atención en este remoto pueblo de Tonkín y eran cada vez más habituales las visitas de periodistas que publicaban reportajes impactantes de la vida en la base de esos legionarios y paracaidistas atrincherados en algo semejante al último confín del mundo y que describían dramáticamente los preparativos para la gran batalla que se avecinaba. En las calles, en los cafés, en cualquier tertulia, se acababa hablando de Dien Bien Phu. Sobre todo a partir de Enero y Febrero, las visitas a la base de dirigentes políticos, se convirtieron en rutina.

El 4 de Febrero cuatro batallones salieron de la base en dirección a las crestas del Este, para intentar desalojar al enemigo, que había emplazado en ellas piezas de artillería con las que había comenzado a bombardear la pista de aterrizaje. Un batallón de la Legión, otro de paracaidistas, otro de thais y otro de Tiradores Argelinos. Una operación de limpieza que nadie concebía ni remotamente que pudiera fracasar. El día 5 los cuatro batallones regresaron a la base sin haber podido desalojar al Viet Minh de ninguna de las alturas y con más de cien bajas. Dien Bien Phu se estaba convirtiendo en una ratonera. Pero el orgullo impedía adoptar la única decisión sensata: evacuar la posición antes de que fuera tarde.

 


A comienzos de Marzo todas las alturas en los cuatro puntos cardinales estaban erizadas de emplazamientos artilleros perfectamente camuflados apuntando sus bocas de fuego hacia la base francesa. Todo estaba listo según los planes de Giap para desencadenar el infierno. Y el 13 de Marzo de 1954, lo hizo.

A las 17.15 horas, la artillería Viet Minh lanzó un brutal bombardeo sobre la base. Nada que ver con el leve y esporádico hostigamiento, más molesto que efectivo, de algunos cañones acaecido las semanas anteriores. Los franceses quedaron desconcertados. Se trataba de un auténtico diluvio de granadas del 105 que levantaban por los aires trincheras, parapetos, puestos de mando… El fuego se concentró con especial saña sobre los legionarios parapetados en Beatrice, al Noreste de la pista de aterrizaje. La artillería francesa se mostró absolutamente incapaz de efectuar el fuego de contrabatería certero que había asegurado que haría una vez llegado el momento. Al contrario de lo que habían planeado, los artilleros del coronel Piroth se vieron sorprendidos por la abrumadora potencia y la extraordinaria precisión del bombardeo enemigo. Los franceses ignoraban que Giap dispusiese de tantas bocas de fuego de tal calibre y no entendían cómo había podido trasladarlas hasta esos remotos parajes y ocultar sus emplazamientos ante sus propias narices sin haber sido capaces de detectar la maniobra. Los Viets disparaban a conciencia y de forma precisa y los artilleros franceses se veían superados y desbordados, incapaces de localizar a las piezas enemigas y destruirlas, tal y como habían presumido. Las granadas de 105 comunistas volatilizaron en los primeros minutos todos los puestos de mando, reconocibles por las antenas de radio, del 3er Batallón de la 13ª Semi Brigada de la Legión Extranjera al mando del Mayor Pégot. Prácticamente en media hora habían caído casi todos los oficiales, incluido Pégot y el batallón había quedado descabezado.  Durante dos horas la posición fue machacada concienzudamente y a las 19.15, cuando ya oscurecía, callaron los cañones y durante un instante se produjo un silencio que, al contrario de lo que cabría pensar, no auguraba el final del castigo, sino su culminación. Millares de soldados del Viet Minh aparecieron entre el humo de las explosiones y los incendios y comenzaron a avanzar ladera arriba, hacia los maltrechos legionarios que habían sobrevivido al bombardeo y que con los ojos aún llenos de polvo y ceniza, los veían como sombras infernales que se lanzaban al asalto de sus trincheras… o de lo que quedaba de ellas.

A las tres de la madrugada del 14 de Marzo cesaba la resistencia en Beatrice. De los 600 legionarios que defendían esta posición, solo 64 consiguieron escapar, los demás habían caído muertos o prisioneros. La rápida caída de Beatrice, defendida por un batallón de élite de curtidos legionarios, desconcertó a todos los defensores de Dien Bien Phu. Nadie se había planteado que algo así pudiese suceder. Pero lo peor estaba por llegar. El Viet Minh se preparaba para el asalto de Gabrielle, otra posición exterior situada a unos 5 kilómetros  al noroeste de la aniquilada Beatrice.

 

Gabrielle, situada sobre una cresta alargada, era llamada “el torpedero” por su silueta. Estaba defendida por el 5º batallón del 7º regimiento de Tiradores Argelinos, al mando del comandante Mecquenem. Muchos de estos soldados magrebíes tenían una experiencia de combate dilatada, pues habían combatido en Italia durante la Segunda Guerra Mundial. La noche anterior habían asistido impotentes a la caída de la contigua Beatrice y estaban convencidos de que ellos serían los siguientes en recibir la acometida comunista. Mecquenem estimaba en unos tres batallones las fuerzas enemigas apostadas en las inmediaciones de Gabrielle; pero se equivocaba, no se trataba de tres batallones sino de tres regimientos, la 308 división del Viet Minh, unos 12.000 hombres.

 A las 14:45 el 5º batallón de Paracaidistas Vietnamitas del capitán Botella fue lanzado como refuerzo sobre Dien Bien Phu, para cubrir la pérdida del batallón de la Legión que defendía Beatrice. Y a las 17:45 comenzaba el bombardeo artillero sobre Gabrielle. La escena era un calco de la acaecida unas horas antes en Beatrice. “El torpedero” fue sometido a un diluvio de metralla durante dos horas que se hicieron interminables para los argelinos. Sin embargo, los refugios de Gabrielle soportaron bastante mejor el bombardeo que los de Beatrice. A las 19.45 los comunistas comenzaron el asalto. En ese momento, un Dakota sobrevoló la posición y lanzó bengalas que iluminaron el terreno, dejando a los asaltantes a la vista de los defensores. Sobre las 21 horas, los Tiradores Argelinos consiguieron rechazar varios asaltos causando numerosísimas bajas a los hombres del Viet Minh. Pero éstos no se dieron por vencidos. Los ataques se sucedían y los defensores resistían. Pero según pasaba el tiempo, parecía claro que su posición se estaba haciendo insostenible, a menos que recibiesen ayuda.

 Sobre las 4:30 de la madrugada en el puesto de mando del sector central de Dien Bien Phu el teniente coronel Langlais convocó a sus oficiales para lanzar un contraataque destinado a auxiliar a Gabrielle. Al recién llegado batallón de paracaidistas vietnamitas, reforzado por dos compañías del Batallón Paracaidista de la Legión y con el apoyo de tres carros Chaffee al mando del capitán Hervouët, se les encomendó la misión.

 

Sobre las 6:00 horas, ya amaneciendo, las dos compañías de paracaidistas legionarios y los tres carros de combate comenzaron a avanzar. El 5º batallón de “paras” vietnamitas les seguía más retrasado, pues su punto de partida estaba más alejado de Gabrielle. Entre un grupo y otro, había una hora de diferencia.

A esa misma hora, la situación de los argelinos en lo que quedaba de “el torpedero” era crítica. Los comunistas habían alcanzado la cima de la posición por su lado norte y habían tomado al asalto algunas trincheras y blocaos.

A las 7 de la mañana la vanguardia del contraataque se topó con un batallón enemigo cerrándoles el paso a lo largo del río. Los legionarios, con el apoyo de los carros, vencieron la resistencia Viet Minh y cruzaron el puente de Ban Khe Pai. Se encontraban a un kilómetro de Gabrielle, cuya silueta distinguían con nitidez, así como las explosiones y los fogonazos que tenían lugar en la cima, señal clara de que aún se seguía luchando allí arriba. Los comunistas, al ver como el batallón que se interponía entre Gabrielle y los refuerzos era barrido, intentaron detener el contraataque con una barrera artillera. A pesar de todo, a las 8 de la mañana los supervivientes que aún defendían la cima escucharon con entusiasmo el ruido de los motores de los Chaffee que ya estaban muy cerca. Parecía que el contraataque tendría éxito.

Sin embargo, inexplicablemente, cuando los paracaidistas vietnamitas del capitán Botella consiguieron por fin enlazar, sobre las nueve de la mañana, con los paracaidistas legionarios y los carros Chaffee de Hervouët, se encontraron con que unos y otros se retiraban hacia Dien Bien Phu, llevando consigo a los Tiradores Argelinos que habían conseguido salir de Gabrielle.

¿Qué había ocurrido para que el contraataque finalmente fracasase y Gabrielle se perdiese?

La realidad es que una fatal mezcla de impaciencia y de incompetencia frustró la operación.  Por un lado, había prisa por llegar a Gabrielle y las fuerzas que llegaron primero, las dos compañías de paracaidistas legionarios con los carros Chaffee eran insuficientes para cumplir la misión. De hecho, ésta le había sido encomendada al 5º batallón de Paracaidistas Vietnamitas del capitán Botella y las dos compañías de “paras” legionarios no eran más que un refuerzo. Sin embargo, los paracaidistas legionarios con los carros Chaffee no esperaron a los paracaidistas vietnamitas de Botella. Si lo hubiesen hecho, podrían haber lanzado un ataque mucho más devastador. Pero tenían prisa y además desconfiaban de la capacidad combativa de los paracaidistas vietnamitas. Es cierto que estos soldados, entre los que había muchos con escasa experiencia de combate, tardaron demasiado en cruzar el río bajo el fuego de la artillería enemiga y que muchos de ellos se negaban a avanzar. Aun así, cuando al final consiguieron enlazar con los legionarios y los carros de combate, estaban a tiempo de lanzar el contraataque, expulsar al Viet Minh de la cima y reconquistar Gabrielle. Pero en ese momento, alguien dio la orden de suspender el ataque y regresar al perímetro central de Dien Bien Phu. Efectivamente, para culminar tanto despropósito, uno de los escasos oficiales que resistía en la cresta de Gabrielle interceptó una comunicación de radio entre el puesto de mando de De Castries y las tropas paracaidistas que se aproximaban a la posición y entendió que debían abandonar Gabrielle y unirse a las fuerzas que se hallaban al pie de la colina.

Sobre las 8 ó 9 de la mañana del 15 de Marzo, cesó la resistencia en Gabrielle. En 48 horas los defensores de Dien Bien Phu habían perdido las dos posiciones exteriores más alejadas de la base por el norte y habían visto sucumbir a dos batallones de experimentados soldados. La verdad es que absolutamente nada había funcionado como los franceses habían previsto.

La rápida pérdida de estas dos posiciones supuso un golpe muy duro para la moral de los franceses, pero el fracaso del contraataque sobre Gabrielle fue aún más duro. Y, por si todo esto pudiera parecer poco, el mismo día que cayó Gabrielle, el coronel Piroth, jefe de la artillería de Dien Bien Phu, abrumado por la subestimación que había hecho de la potencia de fuego del enemigo y por el fracaso de su plan de fuego de contrabatería, se recluyó en su refugio y se suicidó activando una granada junto a su pecho.



                                                 El coronel Piroth, a la derecha

De Castries ordenó que se ocultase la noticia para evitar aún más la desmoralización de las tropas. Pero, en una base aislada como Dien Bien Phu, mantener en secreto algo así resultaba absolutamente quimérico. El suicidio de Piroth corrió de boca en boca por todos los blocaos, trincheras y puestos de mando. Y lo peor, aún estaba por llegar.



                                                  De Castries  
El 15 de Marzo todo el mundo en Dien Bien Phu daba por hecho que la situación solo podía empeorar. Parecía seguro que Anne Marie sería la siguiente posición que el Viet Minh elegiría como objetivo de un nuevo asalto nocturno. Los comunistas parecían seguir un orden previsible, pero no por ello menos eficaz. Habían tomado Beatrice, al día siguiente Gabrielle y siguiendo el movimiento inverso de las agujas del reloj, le tocaba el turno a Anne Marie, el último punto de apoyo que cerraba el acceso norte a la pista de aterrizaje. Y ese era el plan inicial de Giap. Sin embargo, las terribles bajas sufridas en los asaltos a Beatrice y a Gabrielle habían hecho reflexionar al general del Viet Minh. Aunque los jefes de los batallones insistían en lanzarse la noche del 15 al 16 contra Anne Marie, Giap suspendió el ataque. Estaba planeando cambiar de estrategia, para no asumir las terribles pérdidas de los asaltos frontales. Sin embargo, Anne Marie cayó como fruta madura. El día 15, ante la perspectiva de soportar un brutal un asalto nocturno, los defensores de este punto de apoyo, dos compañías de Thais, desertaron. Naturalmente, esta noticia no contribuyó precisamente a reforzar la moral de la guarnición de Dien Bien Phu.


Para evitar la sensación de abandono y fatalismo que comenzaba a cundir entre los sitiados defensores, al mediodía del 16 de Marzo, llegaron nuevos refuerzos. El fogueado 6º batallón de Paracaidistas Coloniales del comandante Bigeard, que había tomado Dien Bien Phu a finales de Noviembre y había sido relevado el 4 de Diciembre, regresaba. Los paracaidistas fueron lanzados al sur de la base bajo el fuego de la tenaz artillería del Viet Minh.

 

Nada más llegar Bigeard se entrevistó con Langlais. Había que reconquistar la abandonada Anne Marie. El 18 de Marzo la 4ª compañía de los “paras” de Bigeard lo intentó, pero una vez más, la artillería enemiga lanzó una barrera que sorprendió en campo abierto a los paracaidistas coloniales y el contraataque francés fracasó.
 
                                                            Langlais  
Para cualquiera que tuviese un mínimo de perspicacia, resultaba evidente que De Castries había perdido el control de la situación, si es que lo había tenido en algún momento y que era Langlais el comandante “de facto” de Dien Bien Phu.

Las posiciones exteriores del norte, Beatrice, Gabrielle y Anne Marie, habían sido concebidas para impedir al Viet Minh acercarse a la pista de aterrizaje. Su pérdida hacía absolutamente insostenible la posición. Los hombres de Giap, podían ahora batir a placer la pista de aterrizaje con baterías antiaéreas emplazadas en las antiguas posiciones francesas, a muy corta distancia y desde la altura. A partir de mediados de Marzo, cuando los comunistas consiguieron emplazar sus baterías, aterrizar o despegar en la pista de Dien Bien Phu se hizo imposible. Las pérdidas de Dakotas se fueron haciendo inasumibles. El 23 de Marzo tomó tierra el último avión en la pista permanentemente machacada por el fuego enemigo. Pero inmediatamente fue destruido. Ningún otro aparato volvería posarse en esa pista y a partir de ese momento, aunque seguirían llegando suministros lanzados en paracaídas, la evacuación de los heridos llegó a su fin. Nadie saldría ya de Dien Bien Phu.
                            Los últimos heridos que pudieron ser evacuados
Giap había mandado a sus hombres cavar trincheras que les permitieran aproximarse a las posiciones francesas sin exponerse. Los “viets” cumplieron la orden a la perfección y horadaron la tierra creando una enmarañada red de trincheras que en muchos casos se detenía a menos de 50 metros de las trincheras francesas.
La tierra removida para cavar tantos blocaos, emplazamientos de artillería, refugios y trincheras y sacudida por tantas explosiones había convertido a Dien Bien Phu en un paraje pelado y repleto de agujeros. La lluvia persistente que comenzó a caer desde Marzo hizo que toda esta tierra removida se transformase en un gigantesco barrizal, convirtiendo la ya penosa existencia de los defensores en un auténtico infierno. Quince mil hombres hacinados en un páramo que era una especie de ciénaga artificial comenzaron a tener, además, un terrible problema higiénico. Dien Bien Phu, empezaba a convertirse también en una enorme y totalmente descontrolada letrina. Los defensores vivían ya con total naturalidad en medio de una desagradable mezcla de barro y excrementos. Y bajo esta capa viscosa, se iban amontonando desde hacía días los cuerpos de los caídos que ya no podían ser evacuados. Si existe un infierno, a buen seguro debería ser algo parecido a Dien Bien Phu  a finales de Marzo de 1954.

3 comentarios:

  1. Clarísima exposición. Desde luego, me estoy enterando del asunto

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  2. Gracias, amigo Salva. Escribí esto porque a esta batalla, en España, nunca se le ha dado la importancia que tiene y además, las pocas veces que se ha hablado de ella, se ha hecho de forma bastante confusa. Quiero arrojar un poco de luz. Queda la segunda parte...

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  3. Tengo la sensación de que se ha olvidado la que podríamos llamar "Primera Guerra de Vietnam" y que tiene mucha importancia en dos sentidos: como explicación del avance comunista en la península Indochina y, en consecuencia, y este es el segundo sentido, como antecedente de la "Segunda Guerra de Vietnam", americana.
    Americanos que, me da la impresión, se olvidaron de lo que les había pasado a los franceses: véase "Cuando Eramos Soldados".
    Ya me dirás

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